domingo, 3 de octubre de 2010

24 por 2

Si hacemos cálculos, podríamos decir que “fuimos concebidas” más o menos en Enero de 1986. Fue en ese momento cuando empecé a conocerte, aún no éramos más que un grupo de pequeñas células con mucha actividad, quizás no pensábamos que de esa pequeña mora, saldría lo qué ahora somos. Pero poco a poco fue pasando el tiempo, y la ilusión se convirtió en latido, y este latido en un garbancito, y poco a poco fuimos teniendo dedos, labios, ojos, corazón… Fuímos creciendo y pasamos nueve meses un poco apretadas en un lugar muy cálido y húmedo. Después atravesamos un pasillo que nos llevó a un lugar lleno de luz y de color. Todo era nuevo para nosotras, salvo nosotras mismas en sí, puesto que antes de oírte hablar por primera vez, mis oídos ya conocían tu voz, y mis ojos sabían que eras tú.




Nuestra infancia trascurrió como la de cualquier niño feliz, porque si tuviéramos que definirnos, sin duda alguna, diríamos que fuimos niñas felices. No necesitábamos juguetes ni aparatos para pasar la tarde, tú eras mi mejor compañera de travesuras, de aventuras, de heridas, de tardes en bicicleta y balonazos.




Nuestra complicidad era infinita, sabía lo que estabas pensando antes de que verbalizaras tus pensamientos. Me acuerdo cuando trepábamos por la pared del pasillo hasta tocar el techo y luego nos dejábamos caer de un salto, o el día que decidimos jugar a peluqueras y te destrocé el pelo, o cuando nos regalaron las bicicletas para nuestra comunión.




La llegada de Paquito “el mimao de mierda” y de Javi “nuestro bebote”. Si nosotras ya habíamos aprendido todo tipo de travesuras, con la llegada de nuestros hermanos se agudizaron nuestras ideas y nos convertimos en los mejores juguetes los unos de los otros.




Recuerdo muchas cosas de nuestra infancia, y de nuestra adolescencia. Tus peleas con el “Urqui” o con “Isaac”, la llegada al instituto…. Me acuerdo del día que te operaron de la boca en Granada, cuando volviste no podías hablar de lo inflamada que tenías la cara, y me escribiste en un papel que mientras te anestesiaban pensabas en nosotros, y tenías miedo de no volvernos a ver, cuando leí tu nota, se me hizo un nudo tremendo en la garganta, que casi no me dejaba respirar, solo lo aliviaban las tímidas lágrimas que salían de mis ojos. La verdad es que podíamos hablar de mil historias “sanitarias”; quizás te deba a ti la vocación que ahora tengo. Porque fueron innumerables las cosas que te ocurrieron. Incluso ya siendo más mayor, “el incidente con la bicicleta” y la noche que pasamos solas en el hospital, creo que al día siguiente te dieron el alta porque habíamos pasado toda la noche riendo y haciendo el payaso.




Hemos pasado por miles de buenos momentos, reir hasta llorar, y también hemos pasado momentos duros, en los que hemos llorado hasta acabar riendo. Podría enumerar una larga lista de las cosas que me gustan de ti, de lo feliz que me haces, de la cantidad de sonrisas que has marcado en mi cara, o la cantidad de alegría con la que has llenado mi corazón desde enero del 86.




Hoy, cumplímos 24 años, y es la segunda vez que pasamos este día separadas. Hoy voy a extrañarte más de lo que te extraño a diario, voy a echar de menos soplar el 24 a tu lado, pero te aseguro que te llevo tan dentro que ni el tiempo ni la distancia conseguirán arrancarte de mi interior.

Espero seguir gozando de tu compañía y viéndote crecer a mi lado. Recuerda que siempre estaré allí donde me necesites, porque mi corazón se formó al lado del tuyo y siempre estaremos unidas….



Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto…. Gracias a ti, y a todos los que estáis hoy en mi corazón, gracias por llenar mi vida de alegría, gracias por el inmenso amor que recibo que hace que este viaje llamado vida merezca la pena.

Te quiero hermanita, hoy solo te pido de regalo otros 24 años a tu lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario